Hay un templo, allí están las sacerdotisas
esperando. Los hombres entran sin saber por
qué, pero algo los atrae. La mujer conduce al hombre, lo invita a que se
siente, lo alumbra con una luz y lo invita a que cierre sus ojos. Son gestos,
amorosidad, no hay palabras. Al cerrar sus ojos, el hombre va sintiendo su interior, su
respiración, su mente, se relaja. Imágenes, sueños, deseos… despiertan emociones
dormidas. Abre sus ojos acompañado por la sacerdotisa, se ven los efectos de esta ceremonia de transformación, es evidente una energía que le hace brillar la mirada. Se despide con emoción y agradecimiento.
Cuando el hombre se encuentra con sus
imágenes, sus dibujos, se reencuentra con sus vivencias históricas. En el
silencio mental, conectado con su respiración, la energía de esos trazos lo
toca. Emerge una historia, la propia, grabada, marcada en él. Puede palpitar
con una escena que les es propia pero ajena a su conciencia. Iluminar esas
circunstancias lo van acercando a sí mismo.
Desde este lugar y con mi trabajo de
investigación sobre el arte simbólico corporal, que revela un mensaje inscripto
en el cuerpo de las personas, recibo a las parejas que consultan. Ahí soy una
intérprete, una facilitadora que acompaña en el camino de restituir energías
escindidas, con el enorme desafío de transmitirles “su verdad”. Una invitación
a un viaje, al de sus sueños, sus deseos. Un viaje en el que somos acompañados
por algunas comunidades originarias, los Huicholes, los Australianos, los
Navajos. Y donde el gran presente es el cuerpo, el cuerpo con sus marcas.
Vienen con nosotros también las piedras con su sabiduría, las llamadas
“abuelas”. Y un equipaje de prácticas corporales, el reiki, la eutonía, el
yoga, la danza terapia y las posturas llamadas del “chamán extático”. Y siempre
viene con nosotros una invitación a la práctica del budismo zen, zazén.
Un mundo y otro mundo empiezan a
encontrarse, la dualidad está en juego…
La O.M.S presentó un informe
sobre la baja capacidad reproductiva en el hombre. Es poco abordado el tema,
pero las marcas diagnósticas develan crónicas que viven en los cuerpos de los
hombres y que dan cuenta de emociones que funcionan como anticonceptivas.
Los originarios lo decían, con el sexo no
alcanza para embarazarse. En los casos en los que la fertilidad se hace
costosa, es imprescindible reflexionar sobre esta frase y poner la mirada sobre
el hombre, ya que siempre se ha tratado a la mujer. Si bien el embarazo se
produce en el cuerpo de la mujer, la fertilidad es un tema de pareja. Y en
estas parejas hay una necesidad de iluminar sus historias. Es
difícil que se comprenda que es un tema de pareja porque históricamente siempre ha sido tratado de otra forma.
Cuando la mujer deja de llevar sola la
“culpa” de no embarazarse, es un alivio inmenso el que tiene, y ahí sí
realmente empiezan a “emparejarse” y a emprender un camino que tiene que ver
con la fertilidad.
Es un cambio de paradigma mirar qué está pasando
con la fertilidad masculina. El informe de la OMS corrobora que hay algo que está pasando y que todavía
no estamos mirando lo suficiente. No parece que la energía masculina tenga un
lugar en los tratamientos de fertilidad. El propio hombre desconoce el valor
del semen. Cuando baja la capacidad reproductiva, cuando la calidad del semen
no es la apropiada para fertilizar, es ahí donde tenemos que hacer este
recorrido, porque se observa con la experiencia que sí se producen cambios en la
calidad espermática cuando el hombre va recuperando internamente su
masculinidad.
Jung dice que cuando hay desequilibrio
entre este que somos en la realidad concreta, y aquel otro que vive atravesado
por los siglos con sus sueños, deseos, visiones, fantasías, más a la defensiva
estamos. Muchas veces los hombres se resisten a las prácticas que los llevan a escucharse, cuando ellos son los más
necesitados. Su costado femenino está dormido y su masculinidad queda en una
emboscada.
Sus historias dan cuenta de violencias
padecidas, descalificaciones, muchas veces ocupando un segundo lugar, y sus
madres apareciendo en posiciones de víctimas. Y esto se reproduce en sus
parejas, sus mujeres padecen el no embarazo mes tras mes. Ellos no pueden
evitar la repetición de esa escena. Esa marca los lleva sin saberlo, a buscar
parejas que reproducen la misma escena. Al estar depositado en la mujer, el
tema queda tapado para ellos.
Esta es la imagen de un hombre que consulta
por fertilidad:
En su pintura diagnóstica aparece esta
escena. Asombra una presencia femenina que lo abarca. Esta escena va develando
algo que está inscripto en su cuerpo
pero no en su conciencia. Es la presencia del sufrimiento de su madre, quien
padeció muchas pérdidas de embarazos, y a quien la fertilidad marcó con mucho
dolor.
Como vemos en este dibujo, su potencia
masculina queda entrampada en el cuerpo de la madre.
Este hombre no sabe que tiene la marca del
sufrimiento por los problemas sufridos por la madre, esto se revela a través
del dibujo.
La marca es el motor de sus acciones, no
puede más que repetir. Se va a encontrar, sin saber por qué, con la misma
escena siempre. Al encontrar a su mujer, cuando deciden que quieren tener
hijos, comienza todo un derrotero porque empiezan a revelarse una cantidad de
problemas físicos que lo dejan exactamente en la misma posición. Él solo puede acompañar
a su mujer en su dolor, en la misma posición que lo marcó frente a su madre.
Su desesperación es vivida a través de las
lágrimas de su mujer, tal como fue vivida en la depresión que le quedó a la
madre por las lágrimas vertidas por su propia infertilidad.
Cuando el dibujo le muestra esas marcas le
resulta asombroso que aquella situación vivida tantos años atrás tenga esa
presencia en su vida hoy. A partir de aquí emprende el camino de transformación
para recuperar su propio cuerpo, su energía masculina. El tener la imagen de la
escena que lo marca ya es empezar a sacar esa escena de su cuerpo. Ya a partir
de aquí la posición no va a ser la misma, ya no es quedarse mirando el dolor de
una mujer, la madre, su esposa, sino ocuparse de su propio cuerpo, de su propia
energía.
Aquí vemos otras imágenes del arte
simbólico corporal de hombres que consultan por temas de fertilidad:
Encuentros donde el relato se dibuja, la
palabra la tiene el trazo. Trazo que dice. Hay mil palabras en el discurso de
cada persona al llegar, y una sola imagen, una pintura que devela esa voz que,
al ser escuchada, toca la emoción.
El camino del hombre para recuperar su energía masculina…
Al producirse la movilidad de la escena en
un hombre, cuando sus marcas empiezan a estar fuera del cuerpo, se produce un
cambio en la calidad espermática. Pero no es solo eso, sino que hay un cambio
en la actitud, un cambio en la energía masculina.
Hay
una práctica llamada del chamán extático, es una forma corporal
antigua que al ser vivida por el hombre de hoy acompaña en la restitución de
energías que están bloqueadas. Veamos un ejemplo:
Energía espiritual en la potencia
reproductiva masculina, “el que tiene la capacidad de hacer el ritual a la
orilla del mar para la abundancia de peces”.
Es la imagen de un ritual de fertilidad
practicado en Centroamérica. Al cambiar la postura corporal, se transforma la
postura interna. Es el inicio de un viaje hacia la recuperación de la energía
masculina, donde ponemos en práctica mucho del conocimiento de los pueblos
originarios.